La acción se traslada a un instituto público de Puertollano con nuevos alumnos y dilemas.
Hugo llega a la localidad para liderar un proyecto piloto contra el abandono escolar y se dará de bruces con un grupo de adolescentes conflictivos, desmotivados y con graves problemas personales. Chavales de entre 15 y 16 años que viven instalados en el fracaso académico y en la falta de expectativas, y a los que ni siquiera este especialista curtido en mil aulas sabe cómo sacar del agujero. Tampoco ayuda que la dirección del centro le haya relegado a un barracón prefabricado y que la población de la ciudad se encuentre conmocionada por el anuncio de un ERE de una importante empresa energética, que amenaza con dejar en la calle a las familias de muchos de sus nuevos alumnos. En este entorno, Hugo no tendrá ni un momento de respiro y no podrá olvidar ni un solo minuto su
misión de educar, dentro o fuera de su horario laboral, a los adolescentes.