Villar del Río está pendiente de la actuación de Carmen Vargas, la gran estrella andaluza. El apacible pueblo está regentado por un Alcalde sordo, pícaro y bonachón, que sólo busca dar vida al lugar. Por esas mismas fechas se recibe la noticia del paso de altas personalidades norteamericanas, que facilitarán ayuda económica al país.